La conexión entre cultura y territorio

El nuevo Zag Pocitos busca reconocer en la arquitectura la capacidad de mediar entre la
cultura y el territorio que habita.

El proyecto se plantea como desafío el entender el tiempo histórico del edificio y su entorno,
el barrio Pocitos, la ciudad de Montevideo… Por eso se propone una continua búsqueda
para establecer relaciones humanas y culturales con el territorio en clave contemporánea.
¿Qué estrategias urbanas pueden ser útiles para la reactivación edilicia? ¿Cómo
interpretamos el caos de la entropía para la construcción de nuevos órdenes y nuevas
estéticas?

La transformación de Zag Pocitos pretende dar continuidad a los procesos de las ciudades,
los objetos y los modos de estar en el espacio, nunca se destruye y se construye desde
cero. Todo lo contenido en el ex hotel Ermitage, fundado en 1948, se pone en cuestión para
su máximo aprovechamiento en su nueva razón de vida y en una nueva etapa. Por este
motivo, los cambios se basaron en el color y el upcycling de los muebles del lugar, pero los
espacios en sí se mantuvieron.

La creciente tendencia a rastrear de dónde viene lo que consumimos descubrirá aquí un
valor fundamental, para así tener un manejo de recursos ético e inteligente. Durante todo el
proceso de diseño y producción se valoriza la memoria y utilidad de lo ya construido. Hay
muchos objetos que permanecen vivamente de aquel Ermitage de la década del 50, como
algunas piezas decorativas o fotografías en blanco y negro.

Los arquitectos buscaron que el proyecto construya un relato bajo las circunstancias
geográficas, físicas, botánicas, culturales y sociales. Zag Pocitos tiene una ubicación muy
particular: su balcón da a la Plaza Gomensoro y la rambla. Y todo eso no se da por
sobreentendido, sino que es fundamental. La historia de Pocitos y su composición actual
–por ejemplo, el hecho de que es el barrio más denso de Montevideo– se toman y se
integran al proyecto. Incluso, el escritorio de los cuartos que dan a la rambla están sobre la
ventana porque la vista de la Plaza Gomensoro y del Río de la Plata representó y
representa este edificio.

Los arquitectos del proyecto decidieron investigar sobre la flora que rodea al edificio: cuáles
son estas especies, qué origen tienen y quien las introdujo. Luego, toda esta información se
intentó plasmar en el arte y la fotografía del coliving, como sitio de esta historia. En el baño
están las fotografías de estas especies y el forrado de sillas y sillones se diseñó
estampando las hojas de las plantas más características de la zona.
El clásico Ermitage cambia su nombre, ahora se llama Zag. Pero la esencia perdura en el
tiempo, la historia del barrio, su gente, su botánica y su vista, tiene un lugar fundamental. No
se deja de lado, sino que siempre se incorpora. En el arte explícitamente, pero
implícitamente también en cada rincón donde hubo una historia.

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